26 de julio de 2008

Para ti, sin cariño

Acabo de olvidar lo que tan poco tiempo me costó lograr, el comienzo de este pequeño relato. Sin embargo recuerdo que estaba relacionado con la suciedad de mi habitación y con mis ganas de escribir; ganas que se ven mermadas por mi alergia al polvo y por el frío que traspasa las paredes de mi casa.
No sé de que se va a tratar esto porque se me hace realmente difícil escribir de algo en particular. Quizás se deba a que estos últimos dias he estado aqui encerrado pensando que dormir hasta tarde y no hacer nada estimularían mi cerebro y daría rienda suelta a mi imaginación. Me di cuenta de mi gran equivocacion unos cuantos días atrás.
Era viernes por la mañana, mi padre me levantó muy temprano para acompañarlo a Chorrillos. Me desperté de buen humor así ke acepté sin ningún reparo; tomamos desayuno y salimos sin apuro...esa rima mi puño y letra estima, subimos al auto y emprendimos camino. Me resultaba un poco incómodo estar ahí sentado con esa persona que añoré tanto fuera mi amigo, pero no siempre se tiene todo lo que se kiere. Entonces decidí sumergirme en mis propios pensamientos; comenzé a pensar, a pensar en mis ganas tremendas de escribir y me dio mucho coraje el no haber logrado ni una línea entera en estos días de vagancia. Fui viendo pasar a Lima frente a mis ojos y como si nada venían a mi mente con una gran fluidez muchas cosas, muchas ideas, muchas líneas. Que pena me dio no haber tenido nada a la mano para escribirlas.
Para aplacar mi desgano intenté entablar una conversación con mi padre. Lamentablemente me siguió la corriente; se sentía tan raro pero muy en el fondo me sentí bien. Ya en La Victoria paramos intempestivamente, me resultó raro porque no conocía ese lugar y no recordaba que mi padre tuviera algún conocido por ahí.
-Anda comprate un sanguche, ahí ves?- dijo él
-¿en serio?- dije yo
Sí, rápido que aquí está prohibido estacionarse. Era una chicharronería. No la conocía. Salí del carro rápidamente para que él no notara la sonrisa que se me dibujó en la cara al notar que me estaba tratando como a un hijo, como a un amigo quizás. Fui veloz y dije -deme un sandwich de jamón por favor- todo el mundo volteó a verme y es que lo había gritado de tanta emoción que me embargaba.
Regresé al auto con el pan entre mis manos. Lo comimos entre los dos mientras avanzábamos y por sabe Dios qué cosa el cielo se aclaró y el sol brilló como nunca en toda la mañana. El camino siguió y comenzé a recordar mi niñez con mi padre, paseos a lugares hermosos, partidos de fútbol grandiosos con concordia de naranja incluída. Salidas al zoológico, reuniones familiares en las que el se aseguraba que yo fuera el centro de atención, fíjate lo que le enseñaron en el colegio, mira que bien toca este instrumento y eso que recién se lo han enseñado, es que está en un buen colegio. Sí, él tiene las mejores calificaciones de su salón; el otro día discutí con su profesora porque me lo llevé más allacito del grupo a la sombra, es que con tanto sol se me podía desmayar.
-ya regreso, compro una cosa y vengo- dijo él
Su voz interrumpió mi viaje, pero no me importó. Prendí la radio y al poco rato regresó.

Estábamos ya por las playas de Barranco y el sol comenzó a bajar un poco. Llegamos a Chorrillos y nos pusimos a hablar del morro solar. Un semáforo en rojo y un niño en la ventana vendiendo chicles en barritas. Esos chicles me traen recuerdos. Cuando mi hermano me llevaba en su auto junto con su novia, solía sacar algunos de la guantera aprovechando que bajaban para comprar pizza o comida rápida para darle una alegría al hermano menor que ya tenía diez años. Está bien, pero para la próxima pídemelos con confianza que te doy todos los ke kieras.
-Dame cinco pues- dijo mi papá
-Gracias maestro- dijo el pequeño
Semáforo en verde y seguimos avanzando. Llegamos al trabajo de mi madre y era la una y media en punto. Ese día mi papá había preparado arroz con pollo y aprovechando que en la cocina es muy bueno quisimos llevarle un poco a mi mamá, que gozaba mucho con el arroz con pollo y más con el de mi padre. Nos fuimos rápido porque ella seguía aún en horario de trabajo, pero antes le pregunté si ella también pensaba que era un día hermoso.
-Sí, creo que sí, por?- me dijo
-No sé, me parece- le dije
-Debe ser amorcito, bueno, ya me voy-
-Está bien, nos vemos-
-Te quiero-
-Yo igual-
Tomamos el camino a casa y por ahí encontramos al señor Manuel, un amigo de mi padre, vecino nuestro que se dirigía también al barrio.
-Y Matías, que dicen las chicas?- me dijo
-Ahí señor, todo tranquilo-
Las chicas, me reí dentro de mi. Que mala suerte que sea tan malo con mis relaciones. Espero que ahora no lo vuelva a echar a perder.
-Ah ya, porque yo te he visto con varias por el barrio- dijo
-No, son amigas del colegio y como nunca nos vemos aprovechamos las tardes para andar por ahí- le dije
-Ah ya, ta bien, ta bien-
Mi padre comenzó a conversar con el señor Manuel de cosas que se me hacían aburridas así que intenté dormir. Me recliné en el asiento y perdí mi mirada en el cielo.

Abrí los ojos y estábamos ya en casa. Subí las escaleras y almorzé en mi cuarto porque mi papá volvió a salir. Llegó en la noche trayendo a mi mamá y nos sentamos en el gran sofá a ver una película que iban a pasar. Cuando terminó, fui a la cama y pensando en Sofía di gracias por el día.

A la mañana siguiente amanecí con un resfrío nuclear; les digo así desde que por un resfrío como el de esa mañana me diagnosticaron neumonía y no tengo ni el más mínimo recuerdo de esos días porque andaba delirando casi inconsciente. Me di cuenta que había dormido sin medias y con un cubrecama que ya pedía cambio a gritos. Fui a la cocina y estaban ya tomando desayuno. Le pedí dinero a mi papá para unas pastillas para el resfrío.
-Otra vez?- me dijo
-Sí, es que no me abrigué en la noche- le dije
-Hasta para eso eres inútil, ya sabes que los resfríos a ti te dan con fuerza, pero no te importa no? La vez pasada fue lo mismo. No te acuerdas como te pusiste?-
-Caramba- dije. Siempre te gusta armar discusiones con cosas que ya pasaron, y haces lo mismo cuando peleas con mi mamá.
-Qué dices idiota? Yo sólo digo la verdad y que seas tan huevón no es mi problema- me dijo
-No me digas idiota, que tú eres más idiota- le dije
-Cállate la boca y no jodas; lo único que haces es traer problemas, no sé cómo pude haber tenido un hijo tan inútil. Estoy seguro que fuiste un castigo de arriba-

En ese momento contuve la respiración, di la vuelta y fui a mi cuarto. Lloré en silencio y me prometí con una navaja al lado nunca más decirle papá a ese sujeto.

26/07/08 ...01.47am

21 de julio de 2008

Que pereza Sofia...

mi queridisima sofia... estoy aqui por pereza, por pereza a olvidarte, croe ke lo llaman costumbre. a mi no me importa, sólo me importa tenerte, besarte y matarte. Porque no eres si no el vivo recuerdo de mis más grandes temores y errores, tenias acaso ke ser tan cruel conmigo? tenias ke echarme sin compasion alguna al bosque de tus recuerdos, de tus malos recuerdos? yo solo kize kererte, tu sólo vivir. Y es que eres tan superficial como yo, salvo ke a ti no te importa y a mi sí; es por eso ke hoy alabo ke te vayas a pesar de kerer ke te kedes aki para martirizarme cada dia más kon el perfume de tus besos y la agresividad de tus caricias. Sofia, tenias ke llamrte sofia? lo más raro es que quiero correr y correr solo para verte otra vez, aunque sea de lejos, asi me mires kon esa indiferencia ke manejas a la perfección. Y es que me da pereza volver a enamorarme de otra vagabunda como tú. Por eso es que hoy te persigo cada vez que te veo, cada vez ke te siento y es que me exalta el recuerdo de tus labios pidiendo más de lo que ya estaba cansado de darte. Me aburres sofia, pero aún te quiero más que el primer día. Ojala te vayas muy lejos sofia, más lejos de lo que yo pueda perseguirte, que ya no me persiga tu recuerdo porque te seguire hasta morir. Por eso tre escribire siempre, así no lo sepas... te escribire hasta morir de deseos. Que pereza sofia...

Azulsu*

Es un gran problema vivir con un gran ignorante en casa y más cuando uno es otro. Mi padre y yo vivimos solos desde el día en que mi madre se fue porque no lo aguantaba, desde entonces no tengo ningún grato recuerdo de nuestra relacion; siempre fuimos padre e hijo, patrón y esclavo, jefe y empleado. Quisiera decir que algún día fuimos amigos ,pero... Siempre quise crecer muy rápido y asi no tener que dar explicaciones de porqué nunca estaba en casa. Odiaba estar ahi con el sin tener nada ke decirle, nada ke kontarle, nada ke preguntarle, nada ke pedirle, nada ke darle. "hola" y "ya vengo" eran nuestras frases preferidas... bueno, nuestras únicas frases... nunca le dije a nadie mis ganas de escribir y aunque en algunos días de inspiración se me pasaba por la mente contárselo en menos de un minuto se me iban las ganas, para él hubiera sido poco varonil ,estúpido. Cuando cumplí dieciocho me dio dinero y se me ocurrio guardarlo, cosa ke nunca hacía. Así pasó una año de gran austeridad para mí y al finalizarlo me di cuenta de que tenia una buena cantidad ahorrada. Nisikiera sabía ke hacer kon tanto dinero así ke lo deje ahi por si las dudas. Era tiempo de vacaciones y mis tardes libres hubieran sido las más aburridas si es ke nunca hubiera conocido a Azul. Ella era una amiga de conciertos, cuando era un asiduo concurrente de esos eventos donde la furia y la música se unian y me hacian olvidar todo. Azul vivía cerca a mi casa, pero nunca la había visto, andábamos toda la tarde hasta muy entrada la noche, su casa era mi casa y mi casa era sólo mi casa. La avenida principal de nuestro pekeño mundo era nuestro único camino, conociamos todos los rincones, todas las tiendas, todos los bares, todas las esquinas, todos los pirañas. Azul era como mi diario personal, nunca se cansaba de escucharme y yo nunca de hablarle. Comenzamos prestándonos libros y nunca devolviéndolos hasta ke nos dimos kuenta ke teníamos un anhelo en común: escribir. Siempre me dio mucha vergüenza contarl e igual a ella, sobre todo porque todo lo que hacíamos al final parecía aburridísimo de leer, pero no nos importaba porque era sólo para nosotros. Hoy han pasado ya muchos años. Después de una pelea con mi padre decidi mandar todo al diablo y dedicarme a hacer lo que me gusta, me fui de Lima con lo que tenía ahorrado y fui a Chiclayo... vivo cerca a la playa y trabajo en un restaurante. En mis momentos libres escribo sentado en la arena bajo el sol tenue que me inspira y pienso en Azul, mi compañera de batalla, me gustaría saber que fue de ella, nunca la llamé y es que cuando salí de Lima quize empezar de nuevo... Recuerdo que alguna vez prometimos escribir juntos, yo quería escribir con ella y ella conmigo. Espero verla pronto y darle mi mejor sonrisa.