Cómo se siente eso, le pregunté.
No sé, tan sólo me siento incapaz de conquistar a alguien
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Él es artista y tiene treinta años. Hay días en que admiro el ímpetu que le imprime a cada acción que realiza o a cada idea que sale de su cabeza y hay días como este en los que simplemente me desconcierta.
Luego de una pequeña reunión con unos cuantos amigos, fuimos a uno de esos huecos acogedores que están al frente de nuestra ya muy manoseada casa de estudios, huecos que nos reciben casi todos los fines de semana hasta que la noche se pone muy oscura. Y por esas cosas del alcohol, uno suele terminar derramando sus penas en palabras sobre los oídos de su acompañante. Hace mucho que no tengo penas de amor, quizá porque no tengo amores, pero al parecer él tenía una no sé si muy grande o muy rara.
Después de escuchar su desastroso historial amoroso, no tan desastroso como el mío claro está, me dijo en palabras suaves: "sabes, creo que ya no sé enamorar". Ciertamente no puedo decir que tuvo suerte en el escabroso campo del romance pero quizá a los treinta años pensar que uno ya no sabe enamorar podría resultar un tanto preocupante.
Luego de esa curiosa confesión cambiamos de tema y cuando regresaba a mi casa recordé que no tenía penas de amor porque me había "comprometido" a no tenerlas y también a aceptar todos los romances superficiales que estoy acostumbrado a tener. Me sentí un poco vacío y caí en la cuenta de que hace mucho tiempo no me esfuerzo realmente x conquistar a nadie que me interese de verdad porque me había acostumbrado a rendirme ante los fáciles, vacíos y superficiales romances; esos en los que uno anda por simple vanalidad y gusto.
Entonces, y aunque me falta mucho para tener treinta, me pregunté si algún día yo también pensaría que ya no podía enamorar.